2 de septiembre de 2012

Hechos memorables




Acuérdate de tu padre y de tu madre, y de tu primera mentira cuyo indiscreto olor se arrastra en tu memoria.

[...]

Acuérdate de las magias, de los venenos y de los sueños tenaces -querías ver, te tapabas ambos ojos para ver, pero no sabías abrir el otro.
[...]

Y acuérdate sobre todo del día  en que querías arrojarlo todo, de cualquier modo. Pero un guardián vigilaba en tu noche, vigilaba mientras dormías, te hizo tocar tu propia carne te hizo recordar a los tuyos, te hizo recoger sus andrajos. Acuérdate de tu guardián.
[...]

Acuérdate de los que te dicen; acuérdate. Acuérdate de la voz que te decía: no caigas. Y acuérdate del placer equívoco de la caída.

Acuérdate, pobre memoria mía, de las dos caras de la medalla. Y de su metal único.

René Daumal





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